martes, 27 de septiembre de 2016

#COLOMBIA SELLA LA PAZ TRAS 7 DECADAS DE GUERRA


 
Juan Manuel Santos (pres. Colombia), Raúl Castro (dictador de Cuba) y Timochenko (Comandante de las Farc)
Por fin. Seis millones de muertos después, la paz se firmó en Colombia entre el gobierno de ese país y la guerrilla de las farc.
Con eso se puso fin a casi 70 anhos de guerra interna, cuyo saldo de violencia, de muerte y de desolación, se sentirán por mucho tiempo en la tierra de García Márquez, del Pibe Valderrama y de la cumbia.
El hecho celebrado ampliamente por el sentido común del mundo, increíblemente ha recibido críticas por los que consideran que la guerrilla ha sido tratada con benevolencia y que no pagará sus crímenes (crímenes que también cometió el Ejército). 
Bajo ese argumento, aquellos críticos que estoy seguro nunca corrieron por sus vidas, ignoran el valor de ese bien supremo llamado paz. Los que piden seguir la guerra, nunca irán a la guerra.
Según la revista Semana, en su edición de agosto de 2014, a esa fecha el conflicto armado tenía registrada la aterradora cifra de 6 millones de muertos. Los muertos eran campesinos, negros, indígenas, pobres que combatían del lado del ejército, y pobres que combatían del lado de las Farc. Pueblo. Pueblo que ya había olvidado por qué se mataba entre sí y lo seguía haciendo casi mecánicamente.



Parecía un conflicto sin salida en el que el Estado no podía acabar con la guerrilla, porque a los militares lucraban con el jugoso presupuesto que recibían del Estado colombiano y de EEUU para esa tarea. Les convenía alargar la resolución, mientras la gente seguía muriendo.  
La guerrilla tampoco podía vencer, porque, primero, la ex Urss, luego Cuba y finalmente Venezuela, habían dejado de apoyarla económicamente por sus respectivas crisis, y estaba arrinconada, casi sin recursos y con poca gente. Pero no se rendía.
Ok. 
Entonces qué es lo que ha logrado el presidente Juan Manuel Santos con este acuerdo firmado en Cartagena de Indias, con la mediación de Cuba? acuerdo que rechaza Álvaro Uribe y muchos otros?
Ha logrado mucho. Demasiado. 
Su primer logro ha sido táctico, con miras a una estrategia mayor. Es más fácil acabar con el extremismo en escenarios de paz, que en escenarios de guerra. Los extremistas no saben moverse en paz. En ella están fuera de su elemento y por lo tanto corren con desventaja si juegan el juego de la democracia y el Derecho. Son menos fuertes. "Pelean" en terreno desconocido. La paz es una desventaja militar en todos los tiempos. Por eso los violentos la evitan (salvo que no les quede otro camino). Ellos la sienten más que nadie. Eso le pasó a la ex guerrilla del M19 y le pasará a las Farc. El M19 dejó las armas. Se hizo partido político y desapareció. No sobrevivió en el ecosistema de la paz. Santos lo sabe.  Santos los conoce.
 
Álvaro Uribe, presidente de 2002 a 2010. Atrás su ministro Santos
 Sus detractores lo acusan de ser un blando con los guerrilleros. Pero ningún ministro de Defensa golpeó más a las Farc como lo hizo él durante el gobierno de Uribe. A través de ataques aéreos quirúrgicos, eliminó por lo menos a tres altos comandantes guerrilleros que antecedieron a Timochenko (actual comandante), incluso penetrando para ello en territorio ecuatoriano, lo que le valió al gobierno de Uribe una breve crisis con el de Correa.
Santos los conoce. Y con el acuerdo de paz ha logrado que los que se habían rebelado al Estado, se sometan a las reglas que impone el Estado. Sin pegar más tiros. Dando una sensanción de debilidad (táctica), pero sabiendo que la paz desaparecerá a la guerrilla (estrategia) como ya pasó antes.
Bien jugado.
Sí. Los sacó del monte, les quitó el fusil de las manos, desmontó la guerrilla, les devolvió la ciudadanía a ellos y la paz al resto de su país. Hace cuatro anhos nadie hubiera creído eso posible.
Con aquello logró lo que en siete décadas de plomo y de millones de muertos no se había conseguido. Logró lo que Uribe en dos gobiernos de mano dura contra la guerrilla, no pudo. 
Le ahorra vidas a su país. Le ahorra sufrimiento a un pueblo adolorido que nunca se permitió perder la sonrisa.
Soldado colombiano herido en combate.
Todo aquello es en sí mismo una gran victoria para Colombia, y también para Latinoamérica, que supo estar llena de conflictos armados, pero que hoy queda pacificada formalmente desde el Río Bravo hasta la Patagonia. Por primera vez en dos siglos.
Un detalle no menor. 
Dicho esto, pareciera increíble que haya quienes piden a los colombianos votar No a la ratificación del acuerdo por parte del pueblo en el referendum que se avecina. Es como desear mantenerse en ese insufrible espiral de la muerte. Incomprensible.

 El pedido lo encabeza Álvaro Uribe, dos veces presidente de Colombia y ex jefe de Santos. Uribe, cuyo padre fue asesinado por las Farc y él mismo sufrió varios atentados (incluso mientras juraba como presidente), no pudo acabar con la violencia usando la violencia. Tuvo su momento y no lo logró. Santos demuestra que la diplomacia siempre será el camino.
Esto pone fin a una guerra de baja intensidad que ha dejado sólo en 2012 entre 4 y 5 millones de desplazados. Entre 4 y 5 millones de civiles, campesinos, inocentes, que dejaron lo poco que tenían y se fueron a lo incierto, a multiplicar su pobreza,  para no morir por algo que tampoco entienden. 
Según la ONU, Colombia es el segundo país del mundo con mayor número de minas antipersonales, sólo superado por Afganistán. Eso significa más muertos, incluso ahora que las armas han callado. Significa ninos que van a pie a la escuela y de pronto vuelan por el aire sin saber qué les pasó o por qué, o quién, o cuándo, o cómo...
Colombia tuvo 5 millones de desplazados en 2012.
 Critican el acuerdo los que tienen intereses políticos y buscan  polarizar a la ciudadanía de aquel país, o los que no tuvieron nunca que correr por su vida con la familia a cuestas, los que no tuvieron que perder a un pariente, enterrar a un hijo, o dejar el hogar para huir de la guerra hacia ninguna parte. 
Hoy, entre tantas noticias positivas, Colombia abre un nuevo  escenario para que los que piensan distinto ya no se agarren a tiros por sus diferencias, sino que se enfrenten al amparo del derecho y de la ley, asegurando la vida y la paz de la gran mayoría que no sabe nada de política ni de ideología, y que sólo buscan vivir en paz. 
Que Dios bendiga a #Colombia.

martes, 20 de septiembre de 2016

ESTE NO DEBERÍA SER UN POST




 Esto no debería ser un post.
 Claro que no.
 Pedí palabra al Señor y me dio este verso de Daniel, hasta hoy desconocido para mí.
 Me es muy significativo este varón, por cuanto él fue parte del día glorioso en el que  Dios me llamó para servirlo (si gustás, podés ver el post: El Llamado).
 Hoy me llamó la atención el que... miles de años antes del nacimiento de Jesús, Daniel  ya hablaba claramente del ministerio poderoso y eterno del nacido en Nazareth.
 Cito:
 Daniel 7:13 Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía  uno como un *HIJO DE HOMBRE, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron  acercarse delante de él.
 14 Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y  lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno  que no será destruido.
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 Eso dice el Antiguo Testamento. ¿Pero qué dice el nuevo?
 Lucas 19:9 Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también  es hijo de Abraham.
 10 Porque el *HIJO DEL HOMBRE vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
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 Hay que aclarar que Hijo de Hombre es un apelativo que hace referencia a la forma  humana en que vendría a la Tierra, el Mesías, el Redentor (El Cristo, en griego).
 Pero ¿por qué Dios nos tendría que salvar (Jesús significa: Dios Salva), a través de un  enviado suyo en forma humana? Dios es Espíritu, no cuerpo material... Era fácil que  mande a un Ángel, proclame el perdón general y listo. Sí. Pero eso quizá funcionaría  en un Reino del despelote, no en uno de Amor, sí, pero también de Orden y Justicia.
 El Señor cumple sus propios mandatos. Y si EL había dicho que la paga del pecado  era la muerte, entonces... Con una humanidad caída, consumida por el pecado, alguien  debía pagar. Todos debíamos pagar.
 Ok, pero ¿por qué el Salvador tenía que ser un humano?
 Bueno, porque Dios es justo. Ya lo dije.
 ¿Y en qué consiste SU justicia?
 Si por un hombre había entrado el pecado y la muerte al mundo. Por un hombre  volvería aquí la reconciliación y la vida. Un hombre. El hombre como centro en la  tarea creadora de Dios. Pese a que lo dejamos tantas veces, Jehová de los Ejércitos  nunca renunció a nosotros. Y nunca prescindió de nosotros para su tarea redentora.  Usó patriarcas, usó profetas, usó apóstoles, usa siervos... Nos toma en cuenta.

 Jesús es el Hijo de Dios, pero aquí en la Tierra fue 100% humano. La deuda de muerte  contraída por Adán y heredada a la humanidad (la paga del pecado es muerte) debía  ser pagada por un hombre, porque por un hombre había sido contraída. Y el único que  podía hacerlo, pagar por millones y millones de humanos, era un hombre tamaño  Dios:  Jesús de Nazareth.

 Pablo lo explica a fondo en las dos cartas a la iglesia de Corinto.

 Ahh, si supieran mis hermanos tooodo lo que ocurrió aquella tarde mientras clavaban  a Jesús en la cruz... Lo que sucedió el día en que EL venció a la muerte, caminó la  tierra por 40 días más y luego ascendió a los cielos con cuerpo de hombre...
 ¿Y eso qué significa?
 Pues que llevó a los cielos nuestra forma mortal en SU forma (la forma de uno como  Hijo de Hombre), y llevó también nuestras heridas, en sus manos y pies.
 Entonces hay UNO como nosotros sentado a la diestra del Padre, intercediendo cada  día por nosotros ante el Eterno, el Dios de Israel. Como dice el Evangelio: Abogado  tenemos.
 Si supieran todo lo que significó en el mundo espiritual los clavos, la sangre y la    muerte de Jesús, y aún más su resurrección, no podrían parar de maravillarse.
 Van 2.000 años de maravillas... Y contando. :D


viernes, 16 de septiembre de 2016

MUERE A LOS 91 AÑOS GABRIELE AMORTH, EL ÚLTIMO EXORCISTA DE EL VATICANO



Amorth fue el sacerdote católico en el que se inspiró la película: El Rito.
Anthony Hopkins lo representó en ese filme de 2010.


Ácido con la Jerarquía, era el líder y maestro de los pocos exorcistas que le quedan a El Vaticano, lugar que según sus propias palabras, para decirlo de una manera respetuosa: "estaba influenciado por potencias oscuras". Él lo decía de una manera más dura.
Lamentaba también que cada vez menos sacerdotes querían pertenecer a ese ministerio tan, digamos, intenso. De hecho, en una de sus últimas entrevistas, dijo que en todo Italia no llegaban ni a diez los exorcistas en funciones.
Sin embargo, dejó un magnífico libro sobre Guerra Espiritual, titulado:
"Habla un exorcista".
En verdad magnífico libro.

Tras una larga guerra contra la tiniebla, se ha ganado el descanso. Estoy seguro que nuestro Señor lo ha recibido con alegría, porque como dice el Evangelio: "El que no es contra nosotros. Con nosotros es".
Amorth bien podía haberse apropiado de las palabras de Pablo en la que quizá es su última carta, cuando ya sabía que iba a morir, la segunda epístola a Timoteo. Allí, aquel varón de Tarso le escribe a su discípulo más querido:  
"He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe".
Bueno Gabrielle. Vos también.
Misión cumplida!

miércoles, 14 de septiembre de 2016

¿POR QUÉ LAS AMPLIAS ALAMEDAS DE SANTIAGO ODIAN EL 11 DE SEPTIEMBRE?



Cada aniversario del golpe de Pinochet en Chile (11 de septiembre de 1973) es un despelote en las calles de, al menos, Santiago.Ventanas rotas, gente golpeada, vandalismo, violencia.
Quiero entender.

¿El despelote es porque Chile vive en dictadura?
No, no vive en dictadura.
¿Es porque el Presidente es un machista irresponsable?
No, no es un machista irresponsable. Es una mujer con un brillante primer mandato, y un regular segundo mandato.
¿Es porque gobierna la derecha?
No, no gobierna la derecha. De hecho, Bachelet no sólo que es de izquierdas, sino que es hija de un general ejecutado por haber sido leal a Allende. La izquierda gobierna Chile desde hace 20 años, y si alguien no ha satisfecho las demandas de su pueblo son los actuales ocupantes de La Moneda.
¿Lo van a revivir a Salvador Allende?
No, no se puede. 

¿Lo van a revivir a Pinochet para dedicarle cánticos insultantes?
Tampoco. 
¿Van a retroceder el tiempo para "hacer lo que no hicieron sus padres"?
Negativo, móvil 8.
¿Van hacer desaparecer a EEUU por haber patrocinado las dictaduras latinoamericanas?
Pues no.
¿Los enojan los uniformes y todo símbolo de autoridad?
Vaya al psicólogo y/o reconciliece con su padre.
¿Es porque los pacos salen a las calles?
Los pacos salen, porque salen los estudiantes cargados de sueños y violencia a romperlo todo. El trabajo de ellos es evitar las estupideces de ustedes, chiquiyos. Su gobierno es constitucional, de izquierdas y dirigido por una mujer. Es decir, "más progre" no puede ser.
¿Entonces?

Si se trata de un ejercicio de memoria, está bien, pero no hace falta caer en la violencia que siempre hay en esta fecha. Es como si para ser considerado mayor de edad, debes esperar al 11 de septiembre, romper algo, buscarte un carabinero y mentarle la madre.
Viejo, ya pasaron 43 años del golpe, déjense de vainas. Al parecer los más empeñados en resguardar la memoria de Pinochet son aquellos que dicen repudiarlo. 

Está bien recordar, pero sin dejar de mirar adelante.

domingo, 11 de septiembre de 2016

PABLO EN ATENAS, PREDICANDO A CRISTO... CAMBIANDO AL MUNDO




Pablo predicando en Atenas, la cuna de la filosofía humanista y de un potente culto a los dioses olímpicos. Culto copiado del panteón egipcio y heredado a Roma, que llevó a sus templos a los dioses griegos, pero les cambió el nombre. Por ejemplo, Zeus se llamó Júpiter. O Ares, que pasó a llamarse Marte. 
Tras la incursión de Pablo al corazón mismo del paganismo ilustrado del mundo, eventualmente la adoración de Zeus fue decayendo en Grecia, hasta que finalmente el cristianismo sepultó a los dioses olímpicos. No hizo falta violencia. Por sus frutos, Dios fue conocido, aceptado y recibido. 
Pero la relación entre el cristianismo y Grecia, cuna de la filosofía y de la ciencia, no acabó ahí.  
No sólo que el griego fue la lengua en la que se escribieron los Evangelios (70 D.C) y en la que fueron inicialmente difundidos entre los gentiles, sino que eventualmente Grecia adoptaría como nacionales los símbolos cristianos, hasta llegar a su actual escudo y bandera, en donde el emblema central es una cruz... Lo mismo sucedería en los ex reinos vikingos (hoy Dinamarca, Noruega, Suecia o Finlancia),  en los que en otrora edad oscura, goberanaban los dioses Odin, Thor y compañía. Territorios que sin embargo fueron ganados a la fe de Cristo, y cuyas banderas actuales hoy llevan sendas cruces en señal y memoria de AQUEL que triunfó también en esas tierras. 
Y es que, como dicen Pedro y Juan en el libro de Hechos de los Apóstoles tras ser azotados por predicar a Cristo: "No podemos dejar de decir lo que hemos visto y oido".
No, no podemos 
 

sábado, 10 de septiembre de 2016

NIETZSCHE: UNA PARADOJA, NIVEL DIOS

 
Nietzsche en el manicomio de Jena, 1899, 55 años

         
Esta mañana husmeaba en mi biblioteca, cuando de golpe me saltó a la cara un libro que no había notado hacía mucho tiempo. 
Se trata de un tomo que contiene dos obras de Nietzsche, y que era parte de los cinco volúmenes que compré jubiloso hace ya tantos años, un buen día de esos en los que quería incendiar al mundo. De veras que lo quería hacer, pero no sabía cómo, de modo que decidí aprender del mejor. Por eso los compré.
Los tomos recogían la obra completa del filósofo alemán que yo idolatraba en aquellos mis tiempos de perro rabioso, y por tanto eran para mí las joyas más preciadas entre todos los libros que había traído de los distintos países adonde había viajado en mi labor de periodista. Eran mi bandera personal. Me llenaban de orgullo.

Este tomo en particular, que de pronto hoy perdió su aura de invisibilidad entre mis libros, contiene dos obras: "Aurora" y "El Anticristo".

En la breve reseña sobre la segunda pieza, se lee: 

"El Anticristo, cuyo subtítulo es: la maldición sobre el cristianismo, apareció en 1895, cinco años antes de la muerte del autor. El Cristianismo es para Nietzsche la religión de la compasión, y como tal, representa todos los malos instintos de la decadencia".

No pude leer más. Sentí como un golpe en el pecho. Entendí. Tampoco volví a colocar el libro en el lugar de donde lo había tomado. Lo sostuve, fuerte, como si pensara que se me podía escapar de las manos.

Entonces recordé el consejo que me había dado hacía muchos años atrás un elocuente y entrañable amigo, José Ramón Verano, a propósito de la lectura de algunos autores, mientras nos tomábamos un café en la Casa de la Cultura de Santa Cruz. Un café que pagó él, porque yo no tenía dinero.
José Ramón, un gigante con ojos de niño, un hombre muy culto, racionalista a secas, filólogo, dramaturgo, cubano en el exilio y amigo, me dijo entonces:
-Hay algunos autores que son en verdad peligrosos. Te envenenan la cabeza con su peste, mientras les aplaudes, y luego dejan libre al monstruo que llevamos dentro. 
-Yo ahora estoy leyendo a Nietzsche, le dije orgulloso, cándido, imprudente, campesino de 19 años. 

Arqueó la cejas con gesto de alarma y sorpresa. 

-Ese es el peor de todos. Es el más sangriento de todos. El más loco de todos, es un maestro de homicidas, me dijo. 

No lo comprendí bien en ese momento. Me pareció que el siempre calmo y sabio José Ramón, esta vez exageraba un poco. Nietzsche, tan lindo y malvado, cómo pues iba a ser maestro de homicidas. 

Tuvo que pasar una década y media para que al fin comprendiera su consejo. Pero mis razones para hacerlo (por fin comprender el peligro de ciertos autores) llegaron a mí por un medio distinto, a través de una naturaleza diferente. Una más profunda. Inapelable. Maravillosa. 

Lo que no había entendido en las palabras de José Ramón, es que por ejemplo,  Hitler fue un asiduo lector de Nietzsche, y las ideas del filósofo del martillo construyeron en Hitler, o más bien, desataron en Hitler, al mayor genocida del siglo 20. Principios como supremacía racial, exterminio de los inmundos-subhumanos-inferiores o la idolatría del hombre, o en este caso, del Superhombre, fueron conceptos aplicados por Hitler, aprendidos de Federico Guillermo. 
La II Guerra Mundial dejó un saldo de 50 millones de muertos. Sin contar a los heridos, los mutilados. Ningún conflicto en la humanidad, ni antes ni después, dejó a tantas personas asesinadas. Ningún conflicto como ese, impulsó el desarrollo y el uso de armas tan terribles como la bomba atómica. 
Las ideas tienen más poder que los cañones, porque también son capaces de convertir  casi a cualquier cosa, por muy buena que sea, en un arma letal de destrucción masiva.

Ok. Pero yendo ya al centro del problema, es decir, el buen Federico Guillermo. Cabe preguntarse: ¿por qué Nietzsche se convirtió en Nietzsche?. 
Probablemente porque su padre, Pastor evangélico, no hizo un buen trabajo como padre y lastimó el  corazón de su hijo. Quizá desató la ira de éste contra su padre, contra lo que era su padre, contra aquello en lo que creía su padre, contra AQUEL a quién aparentemente servía su padre. Nietzsche odió a su padre, la autoridad y las leyes de su padre, y por extensión odió al Dios de su padre, a la autoridad y a las leyes del Dios de su padre. Y odió a Dios, porque también es Padre. 
Estoy seguro que Freud lo explicaría mejor que yo. 
Ese fue tal vez el origen de Nietzsche, que nunca fue padre. 

Además del entendimiento que recibí un día para comprender la toxicidad de Federico Guillermo, otros elementos muy racionales  me terminaron de desencantar de él. 

Por ejemplo: El hombre que declaraba la muerte de Dios (plagiando una expresión de Hegel, que había dicho la frase en un contexto distinto), murió sifílico y esquizofrénico. Ambas condiciones dicen mucho del pensamiento y del pensador que lo piensa. 
La sífilis era el resultado de una vida de visitas a prostíbulos. Un hombre respetado, admirado, que podía conseguir casi a la mujer que quisiera por su condición de rockstar de la época, necesitaba ir a prostíbulos... Un hombre que no podía controlar sus propios impulsos en la carne, ¿de qué Voluntad de Poder me podía hablar?
 Y la esquizofrenia me hablaba de una mente enferma. Sometida, doblegada, esclavizada a la enfermedad. Entonces, todos los argumentos con los que éste pobre hombre había envenenado a la Tierra (y la sigue envenenando), habían salido de una mente enferma que estaba totalmente fuera de control. El inventor del concepto brutal del Superhombre, resultaba entonces un simple y triste mortal con delirios de grandeza, que no podía controlar ni su propio cuerpo, ni sus pensamientos. 
Era un perro rabioso dando dentelladas al aire. 

Pero su humillación iría más lejos. El hombre que pregonaba la Voluntad de Poder como argumento vital para imponerse a los débiles y a los compasivos (cristianos decadentes); el que impulsaba el arquetipo del Superhombre, incapaz de la piedad, de la compasión, porque eso sólo era natural a los esclavos; no pudo evitar ni la miseria de una enfermedad que lo denigraba, primero en las calles y luego en un manicomio; ni la muerte. Y aún peor: el Superhombre no pudo decidir dónde lo debían enterrar. Emprendió una cruzada contra Dios pregonando la primacía de la voluntad de los fuertes, pero no pudo decidir siquiera dónde lo iban a enterrar.
El hombre que es la bandera de los cultos odiadores de Dios, fue sepultado en una capilla evangélica alemana, hasta donde deben llegar y entrar hoy sus más encarnizados fans. 
Sí. Es una paradoja nivel, Dios.  

Nietzsche vendió humo y cobró sangre, como me había dicho José Ramón aquella noche en la Casa de la Cultura hacía tantos años. 

De modo que cuando hoy vi el volumen entre mis otros libros, decidí extirparlo de ahí. 
Lo he sacado de mi casa. Lo he traído a la oficina.
¿Qué haré con él? Quizá lo vuelva a estudiar para seguir desmontando a éste ídolo de pies de barro que sigue arrastrando a muchos en su caída. 
Quizá me deshaga del tomo. 
Un libro menos de él circulando en el planeta, es para mí... una pequeña victoria de la cordura y de la vida, contra el veneno de palabras que hasta aquí sólo han engendrado muerte.

viernes, 9 de septiembre de 2016

PARA HACER TORTILLAS, HAY QUE ROMPER HUEVOS...



Era uruguaya, de iracundo pelo ensortijado y ardiente corazón socialista. Estábamos en un Encuentro Latinoamericano de Periodistas en la capital paraguaya, en donde la había oído disertar a favor del periodismo militante. En un descanso de esos, coincidimos en la misma mesa (que tenía una vista estupenda del magnífico río Paraguay) y venciendo mi natural timidez, le pregunté:
-Qué opinás de los presos políticos en Cuba?
Me miró sorprendida y a la vez encantada por haberle hecho esa pregunta, y muy relajada y convencida, dijo, mientras con sus grandes ojos azules miraba al sol que se hundía en el horizonte:
-Para hacer tortishas, tenés que romper huevos. ¿no?
Ni siquiera asentí. Miré aquel río cargado de historia y de leyendas y dejé salir un suspiro resignado, que fingió ser de cansancio. Terminé mi limonada (recuerdo que me costó tragar el líquido, que de pronto ya no era sabroso) y me alejé discretamente hasta la playa desierta, convencido por fin de que en la Tierra no había una alternativa de gobierno compatible con los principios de integridad, de verdadera justicia, de libertad y de respeto por el otro.
Me sorprendí pensando:
-Grave cosa es el poder.
Me senté sobre la arena hasta que se hizo de noche y me vinieron a buscar.
Después supe lo que me había pasado. Lo mío era miedo. Esa respuesta, me había llenado de miedo el corazón.
Ya no sólo eran los dictadores de derechas los que despreciaban la vida de sus opositores. Ahora era también los Quijotes de izquierdas, que una vez en el poder, se volvían dictadores de derechas.
No había salida. No había alternativa.
De vuelta, ya en el avión me pregunté: ¿Qué podés hacer vos, un hombre solo, ante tan enorme locura?
No supe qué responder.


jueves, 8 de septiembre de 2016

EL LLAMADO




No recuerdo completamente lo que pasó ese día. Es cierto que no ha pasado mucho tiempo desde entonces, pero fue tan intenso e inexplicable, que algunos detalles de esa jornada memorable los he perdido del todo. Pero debo decir que me ha quedado lo importante. 
A ver. 
Ese día volví a la que fue mi casa con la idea de ver un momento a mi hija. Era una visita formal, por cumplir, pero Fernanda no estaba. No recuerdo dónde es que había salido. 
Sí estaba su madre, mi esposa, la mujer a la que hacía unas semanas había abandonado para irme a vivir con otra. Y de vez en cuando, con otras.
Era un poco incómodo para mí estar solo frente a Nadia, por lo que pensé irme para evitar escenas o algo peor. Pero en contra de todo pronóstico, ella me invitó a pasar amablemente. Creí que era buena idea no desairarla. Quería llevarme bien con ella, especialmente por lo poco de bueno que habíamos compartido durante los tantos años de vida juntos. Era poco, es cierto, pero en el fondo de mi ser yo sabía que ella era lo único verdaderamente bueno que me había pasado hasta entonces en la vida. Y si era así, ¿por qué la había abandonado nuevamente? Nunca había podido contestarme eso. Supongo que la idiotez no necesita argumentos para justificarse. Es, y punto.  
Entré.
La casa, el lugar era mismo en el que había vivido esos últimos años y en donde se habían desarrollado verdaderas batallas verbales y hasta físicas entre mi mujer y yo, con mi hija de siete años, como testigo mudo, impotente, dolorido. 
Ahí estaban los restos de mi biblioteca incendiada en un arranque de impotencia de mi esposa al descubrir una de mis tantas infidelidades, tantas, que yo ya no me daba el trabajo de negar. 
Ahí estaba el lugar donde yo la había golpeado por primera vez, supuestamente en un arranque de celos. Ahí estaba la sala donde nos habíamos dicho tantas cosas hirientes, en donde las palabras habían mutilado nuestras almas con cuchillas cargadas de veneno y de dolor. Ese era el lugar íntimo donde nos habíamos odiado hasta casi la muerte. El lugar donde ella se había querido quitar la vida por mi causa en dos ocasiones. Ahí estaba yo de nuevo, como si nada hubiera pasado. 

Sin saber qué esperar, me senté en esa sala que conocía tan bien y de inmediato empezó a pesarme un ambiente que me traía recuerdos de calamidad, imágenes que ya no quería revivir. Por eso me había ido. Ahora me dolían. Me confrontaban. Era muy incómodo tanto silencio y ella ahí, tratándome tan bien, como si yo nunca le hubiera roto el corazón.
Con una leve opresión en el pecho, que disimulé armándome de una falsa cortesía, me levanté para irme y volver cuando estuviera Fernanda, pero antes de que pudiera despedirme, Nadia desapareció por un momento y volvió con una Biblia en la mano. 
Vaya cuadro. Cómo olvidarlo. No supe si reírme por tal ocurrencia o salir corriendo, porque no cabían dudas de que se había vuelto loca.
Luego pensé que era una broma de mal gusto, pero seguí pensando que se había vuelto loca. Pero no. Ella estaba perfectamente cuerda y caminaba como suspendida en una atmósfera de paz que yo no le conocía de antes. Apenas pude pensar: 
-Vaya, mi ausencia siempre le viene bien. Pero está loca.
No había terminado de pensar eso cuando con la voz más calmada del mundo me preguntó para mi mayor desconcierto:


 -¿Qué le preguntarías a Dios?


Fueron palabras que se deslizaron suaves desde su boca, flotaron sobre el aire que nos separaba y llegaron a mis oídos con un efecto de brasa ardiente. 
Sí. Después de todo estaba loca. Ahí ya cualquier cosa podía pasar. Ella sabía perfectamente cuánto odiaba yo la idea de un Dios que había permitido tanto dolor en nuestras vidas, que había permitido que mi padre me rechazara y me abandonara, y que se había regodeado con el cáncer largo y lento que mató a mamá. Eso pensaba entonces. 
Nadia sabía que cuando estaba de buen humor, negaba a ese Dios que ni nombre tenía. Y cuando estaba de a malas, decía que lo odiaba hasta la última fibra de mi cuerpo. Nadia me había contenido tantas veces para no caerle a golpes a los que habían llegado a mi puerta con ese absurdo, con ese estúpido cuento de hadas. 
Pero ahora Nadia estaba frente a mí con una Biblia en la mano, y en sus palabras había un halo de autoridad amable que en verdad no pude resistir. 
-¿Qué le preguntarías a Dios? volvió a preguntar, dulce e irresistible.
En mi interior todo se removió pensando que loca y todo, se estaba burlando de mí, pero aún así me escuché decir:

-Ok. Pues, a ver. Este. Hum. ¿Cómo se reza?

Ella recibió mi respuesta con una leve sonrisa y entonces la vi más bella que nunca, distante, inalcanzable, llenándolo todo. Era una bella loca. La más bella loca que jamás había visto. 


-Preguntemoslé, me dijo, y abrió la Biblia que llevaba en las manos... 
Entonces leyó el pasaje del libro de Daniel en el que el profeta ora a su Dios y los leones que lo cercan, no lo devoran. Impresionante.
Wow, era en verdad impresionante el que yo haya hecho una pregunta así y que ella abriendo el libro, me hubiera dado la respuesta. Pero yo iba a dar guerra. Me rehice de mi asombro inicial, y me dije que era una respuesta tonta, a algo estúpido, pero no podía negar que se trataba de una respuesta adecuada. Muy adecuada. Yo había preguntado cómo rezar y el libro me había contestado con una oración.
Entonces esa voz que me había susurrado tantas cosas en mi vida de todos los días y en la ficción que yo hacía para no pegarme un tiro, me hizo notar de que ciertamente se trataba de un libro religioso, lleno de rezos y cosas por el estilo. Que aparezca una oración no tenía que ser necesariamente un milagro. Pensé o alguien me dijo:
No te dejés lavar el cerebro. Eso es cosa de ignorantes. 
Dios ha muerto.
Mi asombro inicial se disipó e intuyo que ella vio a través de mis ojos la burla interior que crecía en mí. 
O quizá fue otra cosa, pero entonces, volvió a arremeter y preguntó de nuevo: 


-Qué más le preguntarías a Dios?


Esto se estaba poniendo en verdad difícil para mí. No era que la opresión en el pecho hubiera aumentado, sino que en mi interior ya había una lucha entre la sorpresa de la primera respuesta y la burla ahora contra mí mismo al verme así, acorralado, respondiendo tales cosas. Quería irme, pero no me podía mover
La hora había llegado. 

Entonces mi mente se aplacó un poco y recordé la absurda pesadilla de la noche anterior, que me había hecho despertar sintiendo que ciertamente yo era autosuficiente mientras estaba despierto, pero en dormido no lo era. Sin duda se trataba de un buen tema para preguntar, entonces acallando el ruido en mi cabeza, aclaré la voz y dije:


-Si creo en tu Dios. ¿Él caminará a mi lado y me guardará en situaciones de peligro?


Era una pregunta que nunca me hubiera imaginado hacer, peor a ella, peor aún en una circunstancia así. Pensé o alguien me dijo: sos un idiota. 
Ella me miró satisfecha, en verdad estaba satisfecha. Yo no sabía si su broma había ido más allá de lo que ella imaginaba y por eso estaba satisfecha. Yo no sabía si interiormente se reía de mí al tenerme hablando de esto y en verdad era un idiota.  Sólo la oí decir nuevamente.


-Preguntemoslé. 


Abrió la Biblia con un movimiento tan simple y cómodo, como si se deslizara sobre el suelo pulido de la casa de alguien muy querido.

Entonces leyó la historia de un hombre que temía pasar por el desierto en la noche, porque la ruta obligada que debía tomar se plagaba de ladrones cuando llegaba la tiniebla. La historia seguía, cuando el hombre clamaba a Dios y éste mandaba a su ángel delante de aquel varón, que entonces sí atravesaba el desierto sin ningún peligro...

Ahí fue cuando pasó. Mis piernas se ablandaron y caí pesadamente sobre las baldosas del piso. Me derrumbé sobre mis pies como un castillo de arena y no seguí más abajo, porque el suelo me detuvo con un golpe seco en la cara. 
Hubiera querido pensar que todo era una trampa, que ella me había distraído lo suficiente como para que alguien apareciera por detrás y de un golpe me derribara al suelo. Ya sabía yo que ella tenía un montón de razones para vengarse de mí de la peor forma. Razones con las que yo estaba de acuerdo.
Pero no era eso. 
Cuando quise racionalizar lo que sucedía, escuchaba que de mi boca salía un sola y reiterativa palabra que se sucedía casi sin pausas: perdón, perdón, perdón... 
En mi mente me preguntaba qué estaba pasando, pero no podía saberlo, porque también lloraba, lloraba como un niño, lloraba como debe llorar alguien que nunca en la vida ha llorado. Lloraba desde el fondo de mi corazón, el dolor salía de adentro, de lo profundo, el veneno era extraído. Se estaba yendo.  
Con la cara contra el piso, mojada en lágrimas, con la respiración entrecortada, gemía: perdón, perdón, perdón
Entonces sentí que de mi espalda se desprendían grandes bloques invisibles, me sentí cada vez más liviano... Poco a poco era libre. 
Ya podía respirar un aire de paz, un aire de desconocida libertad por primera vez en toda mi vida. 
Ahí fue cuando sentí el amor. SU amor. Sentí cómo mi corazón se iba llenando de algo hermoso y tibio, y cómo desbordaba de allí como una fuente saturada e iba tomando mi cuerpo, copándolo todo... 
Entonces lo supe: Ahí estaba Dios, aquel que yo había maldecido tantas veces. Estaba lavándome por dentro y yo lo sentía absolutamente todo. Lo veía todo. 

Días después sabría que en un momento de soledad y tristeza, luego de que yo la había abandonado, Nadia había caído en depresión. Estaba por quitarse la vida nuevamente, cuando un ángel del Señor se le presentó para restaurarla. Le colocó la mano sobre el hombro y le dijo: Yo estoy contigo. 
Ahora está con nosotros. 
Estuvimos a punto de ser una familia más, destruida. Estuvimos a punto de morir, pero vino EL a devolvernos la vida y vida en abundancia.
Ahora yo y mi casa servimos a Jehová.
Todos los días.