miércoles, 10 de mayo de 2017

FACUNDO





No recuerdo la fecha exacta en que el Espíritu Santo vino sobre mí con poder, derribando mi cuerpo y levantando mi alma.
Sí recuerdo que fue unos días después de la muerte de Facundo Cabral, el 9 de julio de 2011.
Dos o tres días después de ese hecho, por la mañana oí el testimonio de Cabral de cómo había venido a Cristo. 
Tras oír de su muerte, yo había cedido al morbo, por eso le di clic al primer vídeo que apareció con su nombre y me topé casi con una prédica.
Me pareció curioso. Nada más. Curioso porque yo despreciaba todo lo referido a Jesús y su mensaje. Pero oí el testimonio durante una hora, más interesado en el personaje, que en lo que decía.
Esa tarde en mi casa, solo con mi esposa ( de quien estaba separado y cuyas oraciones movieron el Cielo a mi favor), sin que nadie me hubiera predicado antes, sin que yo hubiera puesto un pie en ninguna Iglesia, EL vino sobre mí de una manera abrumadora y mediante su bautismo de fuego fui hecho un hombre nuevo. Fui consciente de todo, todo el tiempo. Lo vi, lo sentí y aún me estremezco al recordarlo.
Desde entonces Cabral es mi referencia para recordar ese día maravilloso. Él murió uno o dos antes de que yo naciera. Y después de muerto, mediante un vídeo de YouTube, me presentó a Cristo. Después de eso, yo, sin saberlo, estaba listo para recibirlo. Y entonces vino.
Es nomás como dicen: Dios escribe derecho, en renglones torcidos.
Doy fe.

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