¿Por qué Dios nos toma en cuenta en su obra redentora, si somos imperfectos, poco confiables, pequeños y muy dados a violar sus leyes desde el día atroz en que el pecado entró en nuestro ADN espiritual, allá, en nuestra terrible derrota del Edén?
Me lo pregunté muchas veces, hasta que leyendo el delicioso libro de Jonás me topé con una expresión de este hombrecillo, que en sí mismo no valía nada (como yo), y volvió la pregunta a retumbar en mi cabeza.
Aquí el texto:
4:1 Pero Jonás se disgustó en extremo, y se enojó. 2 Así que oró a Jehová y le dijo:
—¡Ah,
Jehová!, ¿no es esto lo que yo decía cuando aún estaba en mi tierra?
Por eso me apresuré a huir a Tarsis, porque yo sabía que tú eres un Dios
clemente y piadoso, tardo en enojarte y de gran misericordia, que te
arrepientes del mal. 3 Ahora, pues, Jehová, te ruego que me quites la vida, porque mejor me es la muerte que la vida.4 Pero Jehová le respondió:
—¿Haces bien en enojarte tanto?
Jonás estaba justificando el haber huído de Dios para no obedecerlo en su mandato de ir a Nínive a profetizar que la ciudad sería destruída en 40 días a causa de su pecado.
Al profeta le fastidiaba el saber que sería en vano el largo viaje a Nínive, a través de un desierto terrible, plagado de peligros, llevando una noticia de destrucción que le podía ganar algunos buenos palos, sino la muerte, de parte de los ninivitas, que de paso, no hablaban su lengua ni conocían a Jehová.
Era demasiado esfuerzo y peligro para una tarea que según él, sería vana, ya que Jonás sabía que Jehová finalmente se apiadaría de la ciudad y no la destruiría. Por eso dice lo que dice en el verso citado arriba.
En otras palabras, justificaba su huída en el barco hacia Tarsis, con la que le decía a Dios: "Hazlo TÚ y no me fastidies".
¿Cuántas veces dije eso? Yo, muchas.
Pero hay más en el corazón de este hombrecillo.
Jonás se enoja hasta la muerte, porque finalmente viaja a Nínive a hacer una tarea que él consideraba vana, después de haber soportado una tormenta que casi parte el barco en el que huía, después de naufragar, de ser tragado por una ballena y finalmente vomitado en una playa. Me imagino las fachas de Jonás después de todo eso: Baba de ballena, arena del desierto, sol inmisericorde, la misma ropa, sin lugares para aseo. Y encima llevaba una mala noticia a Nínive. Debía ser lamentable.
En esas fachas, sucio y maltratado, les había hablado a los asirios, diciendo que la ciudad sería destruída.
Quizá en algún momento se animó pensando que, después de todo, seguro podría ver el espectáculo de esa destrucción. Por eso buscó una lomita y se instaló ahí a ver lo que iba a pasar.
Pero pasados los 40 días Jehová no destruye a las 120.000 personas de Nínive (en donde hasta hoy, pese a Isis, vive la mayor comunidad cristiana de Irak).
Eso fastidia a Jonás hasta la muerte.
-Yo sabía que todo esto era en vano.
Habrá pensado.
Jonás no sólo que no teme a Jehová (por eso huye, creyendo que podía escapar), sino que no tiene misericordia por estos habitantes de Nínive, que sí se han arrepentido por su predicación del Juicio de Dios sobre ellos. Sí tuvo misericordia por los hombres del barco en el que "huía", por eso pide que lo echen al mar, para que no perezcan todos por su causa. Pero por los 120.000 asirios, no la tiene. Y aún con ese corazón, él es usado, porque por su predicación el pueblo y el rey de Nínive se arrepinten de su inmundicia, y agradan a Jehová, un Dios que ellos no conocían, por cuanto eran asirios.
Jonás fue usado para despertar el arrepentimiento de una de las ciudades más grandes del mundo antiguo. Un hombre que no quería hacerlo y que no amaba a esas personas, lo hizo.
Porque Dios quiso.
Aunque Jonás era un necio y un sanguinario, el Todopoderoso sí tiene misericordia por Nínive. Y también por este hombre, al que le dá una explicación que busca abrir el entendimiento de Jonás.
Le dice:
Jonás 4:10 Entonces Jehová le dijo:
—Tú tienes lástima de una calabacera en la que no trabajaste, ni a la cual has hecho crecer, que en espacio de una noche nació y en espacio de otra noche pereció, 11 ¿y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda (cegadas por el pecado), y muchos animales?
Dios enseñando misericordia a los hombres. Luego Jesús traería un nuevo mandamiento que tiene que ver con aquello.
-Ámense los unos a los otros.
Otros grandes hombres y mujeres que fueron enviados por el Señor a hacer su obra no se quedan cortos con respecto a Jonás.
Pero la pregunta sigue sin respuesta: ¿Por qué siendo como somos, un Jonás, Dios nos toma en cuenta en un trabajo que EL puede hacer solo?
La respuesta está allá en Génesis 1:26-28.
Sí, en el principio mismo de la Biblia. Allí Jehová de los Ejércitos dice:
26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y tenga potestad sobre los peces del mar, las aves de los cielos y las bestias, sobre toda la tierra y sobre todo animal que se arrastra sobre la tierra.»
28 Los bendijo Dios y les dijo: «Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sometedla; ejerced potestad sobre los peces del mar, las aves de los cielos y todas las bestias que se mueven sobre la tierra
Allí EL le entregaba al hombre el señorío sobre la Tierra.
Ojo con eso.
A partir de ese momento, el hombre ya tiene autoridad plena sobre la Creación, hasta que esa autoridad éste se la entrega al enemigo, no mediante la legalidad ni el acuerdo, sino, mediante el engaño.
Génesis 3:1-6 La serpiente era más astuta que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho, y dijo a la mujer:—¿Conque Dios os ha dicho: “No comáis de ningún árbol del huerto”?
2 La mujer respondió a la serpiente:
—Del fruto de los árboles del huerto podemos comer, 3 pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: “No comeréis de él, ni lo tocaréis, para que no muráis.”
4 Entonces la serpiente dijo a la mujer:
—No moriréis. 5 Pero Dios sabe que el día que comáis de él serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y el mal.
6 Al ver la mujer que el árbol era bueno para comer, agradable a los ojos y deseable para alcanzar la sabiduría, tomó de su fruto y comió; y dio también a su marido, el cual comió al igual que ella.
De ahí que el miserable tentador, que había usado una bestia para hacerse oír ante Eva, pasó a llamarse "príncipe de este mundo". Es decir, el gobernante de este mundo ya no era el hombre. Era el caído y sus huestes.
Dice Jesús:
Juan 14:30 No hablaré ya mucho con vosotros, porque viene el príncipe de este mundo y él nada tiene en mí
Y desde entonces fue tan príncipe, tan gobernante de este mundo, que fue capaz de ofrecerle a Jesús el poder terrenal y los reinos sobre la Tierra cuando lo estaba tentando en el desierto.
Así como había esperado que Eva esté sola para tentarla, esperó que el cuerpo de Jesús se debilitara lo suficiente durante los 40 días y 40 noches de sed, hambre, calor y frío en el desierto, antes de ir a tentarlo con esta oferta que ningún otro ser hubiera rechazado:
Mateo 4:8 Otra vez lo llevó el diablo a un monte muy alto y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, 9 y le dijo:
—Todo esto te daré, si postrado me adoras.
10 Entonces Jesús le dijo:
—Vete, Satanás, porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás y sólo a él servirás.”
¿satanás podía ofrecer algo que no tenía? ¿Más aún ante Jesús?
Jesús sabía que el mundo en el que había nacido estaba caído desde los días de Adán, por eso eso vino. Su labor era deshacer las obras del diablo.
1 Juan 3:8 El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.
Y una de esas obras a deshacer, era quitarle territorio al enemigo, no sólo el espiritual, sino también el físico, pues el señorío satánico sobre este mundo es ilegítimo. La Tierra ha sido dada a los hombres y sólo a los hombres. No a aquel usurpador y sus bestias.
Entonces, Jehová de los Ejércitos reactivó su mandato dado en Génesis 1:26 y 28, porque:
Números 23:19 Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre, para que se arrepienta. ¿Lo ha dicho El, y no lo hará?, ¿Ha hablado, y no lo cumplirá?
El Altísimo busca restituir ese señorío para el hombre, arrebatándolo a satanás, pero con la intervención directa del hombre. Quiere que le derrotemos en SU nombre, por eso nos usa:
Marcos 16:17 Estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios (...)
Si el hombre cedió la Tierra en la soledad del Edén, vencerá de la mano de Dios, aunque no lo merezcamos. Aunque seamos un Jonás, peor que Jonás, venceremos, porque Dios así lo quiere. Por que EL nos ha elegido para esto desde el vientre de nuestra madre.
Moisés derrotó con la ayuda de Dios y sus grandes señales al reino más poderoso del mundo.
Josué tomó en batalla la Tierra Prometida, y está claro que no iba solo con sus hombres.
Josué 5:13-15 Aconteció que estando Josué cerca de Jericó, alzó los ojos y vio a un hombre que estaba delante de él, con una espada desenvainada en su mano. Josué se le acercó y le dijo:
—¿Eres de los nuestros o de nuestros enemigos?
14 —No —respondió él—, sino que he venido como Príncipe del ejército de Jehová.
Entonces Josué, postrándose en tierra sobre su rostro, lo adoró y le dijo:
—¿Qué dice mi Señor a su siervo?
15 El Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué:
—Quítate el calzado de los pies, porque el lugar en que estás es santo.
Y Josué así lo hizo.
Como se ve, la Tierra Prometida que un día perdimos ante satán, está ahí y tenemos ayuda de Dios para recuperarla. Por eso nos usa.
Nuestra Tierra Prometida es nuestro corazón, luego nuestro cuerpo, después nuestra familia, nuestro entorno, nuestra ciudad y nuestro país. Finalmente el mundo entero.
Dios nos toma en cuenta en esta operación de re conquista, no por lo que seamos nosotros, sino por lo que es EL en nosotros, así seamos un Jonás de esos.
Somos parte del ejército de reconquista de la Tierra y nuestra bandera de victoria es el Nombre de Jesús. Pero lo primero a conquistar para EL, es nuestro corazón.
Arrepentite de tus pecados. No importa cuánto de Jonás haya en vos. EL olvidará todas tus transgresiones si tu arrepentimiento es sincero. Aceptá a Jesús como tu Señor y Salvador, conocé la verdad y serás libre, y así harás libres a los que amas, porque así está Escrito.